martes, 30 de noviembre de 2010

Ensayo Final

La palabra "hermenéutica" es de origen griego y deriva de hermenéia, término afín al latín sermo, que indica originariamente "la eficacia de la expresión lingüística". La hermenéutica nació en Grecia bajo la forma del arte de los poetas y de los oráculos, que son portavoces de los dioses, y se ensanchó rápidamente hasta la interpretación de los documentos literarios, religiosos, jurídicos, etc., que tenían valor "canónico" para la comunidad.
El problema filosófico de la interpretación se funda en el propio problema hermenéutico de la filosofía misma. El problema hermenéutico se plantea desde el momento en que se toma consciencia de la complicación de la interpretación en todo entendimiento y comprensión humanos.
El brebaje de connotaciones que pueden surgir al momento de referirnos a la hermenéutica puede conflictuar a la concepción misma del término, es decir, no se puede determinar que sea solo una interpretación de las cosas, o de los textos mismos, o entender por esta una “observación” con un matiz diferente, porque hacer eso sería dar por hecho que todo lo que existe, cualquier pensamiento, cualquier observación, critica o sinónimos seria hacer una mirada hermeneuta.
Ahora bien, de igual forma no resultaría correcto ligar a la idea de que se requiere ser un especialista, teórico o filólogo para conocer y dominar el termino, en este sentido cualquiera puede ser hermeneuta, empero, no confundamos la esencia de esta concepción, hermenéutica es la interpretación de las cosas, pero desde un sentido de comprensión, de entendimiento, de re-construcción de los discursos, tal como lo hacían entender Friedrich Schleiermacher y Wilhelm Dilthey, sin embargo no es prudente caer en el univoscismo, es necesario tomar en cuenta las diversas percepciones que cada uno maneja en su existencia.
Al respecto hablaban Martin Heidegger y su discípulo Hans-Georg Gadamer describían este dilema como un círculo hermenéutico, en alusión al modo en que la comprensión y la interpretación, la parte y el todo, se relacionan de manera circular: para comprender el todo es necesario comprender las partes, y viceversa.
En base a esto, hablar de hermenéutica no es dar por entendido que  se descubrirá la verdad, ni que tampoco se llegara a la luz, como lo pretende hacer entender Platón en “El mito de la caverna”.
Visto de otro modo es crear nuevas identidades, salir de la inmediatez para alcanzar el análisis de la pseudoconcrecion, crear a partir del discurso, el mismo que se ha venido dando a lo largo del tiempo, de romper con lo ontico y hacer del conocimiento una construcción, de hacer de la exegesis[1] un trabajo diario.
Pero ¿Qué incluye el crear, el construir cuando se está inmerso en una legitimación de saberes? Gadamer al respecto mencionaba que “el lenguaje es la base del mundo del hombre, y sobre él se edifican sus significados” es decir, la forma del lenguaje entre los seres humanos se ha venido modificando desde hace tiempo y  dan cuenta de cada una de las modificaciones que han venido tergiversando la idea central del concepto, bajo esta idea entonces, el lenguaje puede entenderse como ese puente de desarrollo de la hermenéutica, el horizonte de toda ontología, no obstante, es importante resaltar que para la hermenéutica, el lenguaje no sólo tiene la función de instrumento de comunicación y expresión de pensamiento, sino el intermediario que hace posible la comprensión (interpretación) del sentido.
Ahora, el lenguaje posee un carácter sociocultural. Esto significa, por una parte, que toda comunicación se establece al interior de una comunidad lingüística, en donde aquellos que participan de la comunicación no inventan el lenguaje sino que, al menos en parte, "ya lo encuentran dado". Y, por otra, significa también que "el lenguaje refleja siempre aquella determinada visión del mundo, que viene dada por el contexto cultural y que influye en todos los usuarios".
Estos dos hechos nos deben hacer reflexionar sobre el contexto en el que se despliega el lenguaje y la comunicación. El primero de ellos nos indica que, al menos muchas veces, no se da una correspondencia exacta entre aquello que se quiere comunicar (imagen)y aquello que el otro, percibe y comprende(visualidad). Y es que el lenguaje, al menos en parte, tiene una significación que supera la voluntad de aquellos que participan en la comunicación.
Tomar conciencia del hecho, de la visión de mundo implícita en el lenguaje, puede ayudar a analizar desde donde nos estamos comunicando. Todo nuestro lenguaje expresa también aquella cultura o culturas que le dieron origen y lo hicieron posible. La cuestión no está, evidentemente, en procurar sustraerse a dichos condicionamientos culturales.
Más bien, de lo que se trata, es de poder efectivamente establecer una diferencia entre aquello que se quiere comunicar y el lenguaje a través del cual ello se hace.
El llevar a la práctica el ejercicio de la hermenéutica es un enorme proceso aunque no finito, cada vez que el sujeto se piense como se constituye se está llevando a cabo un ejercicio hermeneuta. La hermenia y el lenguaje son la parte que conjuntan al sujeto
Una forma de ver con una mirada nueva a la realidad, cuestionando a la verdad, a la concepción de verdad que se tenga. Antiguamente los filósofos, poetas y teóricos nos hacían la invitación a realizar este análisis, a cuestionar este antagonismo, empero,  en la manera en la que se está desvirtuando toda esta idea conlleva hasta adquirir maneras de pensar y de realidad que son completamente ajenas al sujeto. Visto así, también es una forma de lenguaje, al respecto Mouffe y Laclau, nos hablan de Hegemonía.
Ahora bien, la hegemonía nos permite romper con estas estructuras, cuestionarnos que estamos percibiendo como realidad a través del propio lenguaje y la forma en que el sujeto mismo rompe a partir de estas concepciones con su antagonismo. Y ahí estaríamos hablando de otro estadío del sujeto, uno en donde el lenguaje se vuelve el principal medio de manifestación para llevar a cabo la esencia misma de la hegemonía, que es romper con esas concepciones, con esos paradigmas que limitan, que coartan la realización plena del sujeto, y que a la vez le impiden poder llegar a la verdad, a la construcción de su propia verdad a través de su mirada, y no a través de un cristal que le presente que es lo que tiene que entenderse como lenguaje, como su realidad y como es todo aquello que lo conforma.
A este punto considero que ese es la labor del sujeto, la ruptura de esas ideas, y es ahí en donde se hace notar lo que en un principio se mencionaba, no es necesario ser filólogo o teórico para poder llevar a cabo esas rupturas, basta con tener idea clara de cuál es el objetivo final del proceso, de no hacer a un lado la exegesis puesto que es un buen apoyo, para lograr los fines ideados.

Bibliografía Referencial
H.G. Gadamer, “Verdad y Metodo” Editorial Sigueme, Salamanca, 1977
Ferraris, Maurizio, “Historia de la Hermeneutica”, 2002
Ferraris, Maurizio, “La Hermeneutica”, 1998
Zizek, Slavoj, “Mas alla del análisis del discurso”


[1] el trabajo de la exégesis es permanente, ya que se trata de interpretar un texto para hacerlo más comprensible y accesible.
                             

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